Imagen de Valentin Sabau en Pixabay
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El que busca humillaciones y ofensas las encuentra en todos partes. La queja forma parte de su vida y está siempre de mal humor. La crítica es continua, y puede decirse que en cuanto abre los ojos por la mañana, ya está criticando o quejándose. De esta manera, su manera de pensar se convierte en hábito de pensamiento negativo, en el que la vida es cuesta arriba y terrible; aunque haya cosas buenas, no es capaz de verlas o las minimiza tanto sin poder disfrutarlas que, en realidad, cualquier motivación desaparece. Pero no porque tenga mala suerte o porque sea un perdedor, sino porque su hábito de pensamiento y su manera de enfrentar la vida es errónea. Él mismo se conduce a ese abismo de desesperanza y de negatividad. Y los días pasan y pasa la vida, y él sigue refunfuñando, quejándose y malviviendo.
Qué fácil es cambiar ese hábito; empezar a deshabituarse y convertirse en una persona que se automotive, que abra los ojos y empiece a pensar que tiene un día por delante en el que todo puede ocurrir, en el que va a cruzarse con personas agradables, otras no tanto, pero que como va a mantener un talante positivo, lo negativo perderá fuerza, no le hará mella.
Que fácil y qué pocas veces lo hacemos.
Propóngaselo. La suerte, en realidad, es poder sentirse bien. Y eso no depende de los astros ni de la fortuna, sino de la propia motivación, de la propia actitud que crea usted mismo en su interior y que le empuja a vivir su vida diaria con plenitud.