Imagen: LTPV
Todos los padres tenemos la misma preocupación: que nuestros hijos crezcan sanos y se vayan convirtiendo en personas fuertes y que en el futuro sean felices. Invertimos tiempo y energías en aconsejarles, corregirles y enseñarles. Todo ello requiere un gran esfuerzo y dedicación y es... muy cansado. La crianza de los hijos, tanto físicamente, como psicológicamente, es una tarea dura, aunque la satisfacción de verlos crecer felices supera con creces cualquier esfuerzo.
Explicarles, en el ambiente familiar, las diferentes situaciones y personas con las que pueden enfrentarse en el día a día es fundamental para favorecer en ellos una correcta autoestima y para darles seguridad. Algunos padres olvidan que hablar con ellos significa estar al tanto, todos los días, de sus preocupaciones, de sus dudas y preguntas, y de cómo se sienten . No es solamente atenderles físicamente o preocuparnos por las tareas escolares. Tenemos que adelantarnos y explicarles cosas de un mundo que apenas están empezando a conocer.
Damos por sentado situaciones y conductas, sin caer a veces en la cuenta de que ellos han venido a este mundo a "cero" y que depende de nosotros el que vayan poniendo en marcha recursos con los que poder ir enfrentándose al día a día. Explique a sus hijos y hable con ellos. Escuche, con una escucha activa, sus sentimientos y emociones, y observe cómo se sienten, aunque le parezcan nimiedades. Para ellos son todas cosas muy importantes. Después, dígales lo que cree que deberían hacer para ir enseñándoles el camino.
Hablar con sus hijos, explicarles el mundo que se van encontrando cotidianamente, es una tarea que hay que hacer desde pequeños para poder seguir haciéndolo en la adolescencia y continuar en la vida adulta, siendo los padres modelos de referencia para enseñarles a vivir su propia vida.