ANALITYCS

domingo, 20 de marzo de 2022

LA CAPACIDAD DE CAMBIAR



Imagen: Pixabay

“Soy así y no puedo cambiar”. Esta afirmación es siempre equivocada.

Aun cuando nos blindemos y pensemos que es imposible, todos los cambios se pueden realizar simplemente cambiando la actitud y atreviéndose a probar cosas nuevas. Pero no solamente haciendo cosas nuevas, sino obligándonos también a mostrar actitudes nuevas.

Curiosamente, cuando mostramos actitudes nuevas se producen cambios alrededor y parece que los demás también cambian.

Realmente, cambiamos siempre a lo largo de nuestra vida. No solamente físicamente, sino también mentalmente. Sería imposible que nuestro sistema nervioso cambiara como lo hace y nosotros siguiéramos mostrando comportamientos iguales a los pasados. 

Vamos cambiando, y cambian nuestras ideas y actitudes. La vida es un continuo discurrir y cambiar significa siempre adaptarse, mejorar y aprender. Se refuerzan y afianzan determinadas conductas y esquemas de pensamientos, pero también se van modificando otros y añadimos nuevas actitudes y maneras de enfrentarnos a las cosas que nos van sucediendo.

Cambiar significa crecer; cambiar de ideas para mejorar porque en determinados momentos de la vida nos adaptamos mejor, al haber aprendido cosas que antes no sabíamos.

Rectificar es de sabios, dice el refrán, y es bien cierto.

Permitirse cambiar y ver qué sucede nos sorprende siempre, porque supone experimentar, avanzar y, sobre todo, darnos cuenta de que la vida es un proceso de adaptación constante. El cambio siempre parte de uno mismo y no supone un esfuerzo titánico como creen algunos, sino que es algo tan simple como proponérselo y atreverse a pensar o ser de otra manera.

Atrévase a hacer algo diferente o a pensar de diferente manera. Venza sus miedos y dé el paso. Y compruebe. Compruebe cómo se siente y qué pasa. Al cambiar, se pone en marcha una reciprocidad que hace que el otro también cambie y que al percibir nuestro cambio ponga en marcha él o ella también los recursos propios para avanzar.

Y no se apure si se equivoca. No pasa nada por meter la pata una y mil veces. En el “haber” de la vida, cuando lleguemos a nuestro final, ¿de verdad cree que tendrá tanta importancias haberse equivocado? Somos humanos y los errores nos hacen eso… más humanos; no se condene y atrévase a cambiar.


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