Acabamos de inaugurar un nuevo año.
Entre la nostalgia de los días pasados y cierta melancolía de ver cómo la vida va pasando, reflexiono sobre todas las personas que tengo la suerte de conocer a través de mi trabajo y de aprender tanto de ellas.
Veo a través de sus ojos lo difícil que es la vida para todos, los momentos malos a los que tenemos que enfrentarnos, las pérdidas que padecemos y las decepciones que nos llevan a desconfiar de los demás y a cuestionarnos, en ocasiones, si merece la pena tanto luchar… y es a través de ellos mismos cuando obtengo la respuesta siempre afirmativa.
No hay día que no aprenda que el ser humano es capaz de lo mejor. De levantarse y seguir adelante una y otra vez a pesar de las tristezas y decepciones. De que cuando el dolor oprime fuertemente nuestro corazón somos capaces de, sin embargo, seguir adelante y sobreponernos.
A pesar de los engaños, de la desconfianza y de las frustraciones, no debemos perder nunca la esperanza.
Esa esperanza que nos empuja a seguir adelante y a volver a recuperar el gusto por vivir. Esa misma esperanza que nos hace levantarnos cada día y seguir intentándolo.
Pienso que mis pacientes me enseñan lo difícil que es vivir y, al mismo tiempo, lo mucho que son capaces de hacer con su tenacidad y su alegría.
A todos ellos/as a quienes tanto debo y de quienes tanto aprendo, les deseo lo mejor para este nuevo año. A todos ellos que me muestran en su corazón las mismas alegrías y tristezas que tengo en el mío.
Feliz Año nuevo