Hoy en día, existe una tendencia a idolatrar el sexo: lo vemos en películas y series casi a diario, instalándose la idea del "sexo a todas horas".
Se reduce la sexualidad al placer genital, y así las personas se convierten en ocasiones en personas simplemente sexuadas, casi objetos de usar y tirar.
Se olvida llevar a cabo una verdadera educación sexual, que es tan importante para dar respuesta a muchas preguntas que surgen en las relaciones de pareja a lo largo de la vida.
La persona es tratada como objeto de placer, y no como objeto de amor, perdiéndose un valor fundamental.
Cada persona que pasa por nuestra vida y con la que tenemos relación, incluida la relación sexual, siempre será más que un simple objeto de placer. Por ello, la sexualidad es mucho más que placer; es un vehículo de acercamiento al otro, de conocimiento y comunicación con el otro.
Evidentemente que existe el placer, pero la verdadera sexualidad es aquella que mezcla la ternura, la complicidad y la pasión. Aquella que trata al otro con delicadeza, sentido del humor compartido y confianza.
No debemos olvidar que el encuentro sexual es algo más que un encuentro genital. Es el encuentro de dos seres humanos, dispuestos a compartir mucho más que un orgasmo.
La relación sexual es siempre un encuentro íntimo de persona a persona, no simplemente el encuentro de dos cuerpos. Cuando se trata al otro simplemente como un cuerpo, se le quita toda la grandeza y profundidad que como ser humano tiene. Y esos encuentros sexuales dejan a la persona, con frecuencia, vacía y con desazón.