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Muchos son los libros escritos acerca del amor. Enamorarse es un sentimiento profundo que nos genera bienestar. La bioquímica del cerebro se pone en marcha y son muchos los factores que nos llevan a ver en el otro a la persona única, necesaria, sin la que parece que no vamos a poder vivir. Todo se queda en segundo plano y lo prioritario pasa a ser el otro.
Sin embargo, este sentimiento tan profundo y arrebatador que sentimos cuando nos enamoramos, en muchas ocasiones va perdiendo fuerza, e incluso desaparece, con el paso de los días, en la convivencia.
La persona a la que admirábamos y a la que considerábamos imprescindible para sentirnos felices, pierde importancia y aparecen las desavenencias y el desapego.
Del amor más profundo, podemos pasar al desamor más áspero y negativo. ¿Qué ha pasado?
Sobre el amor hay mucho escrito y muchos mitos que todavía siguen vigentes: desde el “contigo pan y cebolla”, hasta “el amor todo lo puede”, los mitos del amor romántico, etc.
Un excelente libro escrito por Aaron Beck ya es premonitorio en su título: Solo con el amor no basta (1993). Y así es.
Enamorarse es el punto de partida de un proyecto común que queremos llevar a cabo con una persona a la que consideramos valiosa y que está de acuerdo con nuestra manera de pensar, sentir y ser.
El amor duradero es aquel que nace de un enamoramiento primario firme y sosegado y que desde el principio se compromete a hacer feliz a la otra persona, a cuidarla y mimarla a pesar de las frustraciones, desasosiegos y fracasos que se sufren en la pareja y en la vida.
No es un amor dulzón y romántico (en el peor sentido del término) sino un amor basado en la realidad, pero firmemente enraizado en el compromiso, en que debe haber coherencia y apoyo mutuo, preocupación por el otro y por ir descubriéndolo a lo largo del tiempo compartido.
Equilibrar los sentimientos y la razón hace que nos mantengamos enamorados porque en un principio todo es sentimiento, emoción y pasión, pero mantenerse enamorado exige dosis de razón, de comprensión y de tenacidad.
Querer “querer” no es obligarse a estar con una persona, sino saber mantener vivo ese amor que un principio nos hizo sentir tan bien.
El amor se cuida en las cosas pequeñas, en los detalles, en el día a día, cediendo, valorando al otro a pesar de sus defectos, siendo respetuoso con el otro, amable, y comunicándose en todo momento.
Hay que hablar: de los dos, del paso de la vida, de los problemas… sabiendo que, estando en pareja, el equipo que se es tiene más posibilidades de salir adelante y que el apoyo incondicional al otro, a pesar de sus defectos o de los desacuerdos, proporciona las fuerzas para seguir adelante y es la savia mágica que alimenta el amor.