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domingo, 13 de noviembre de 2022

GRATITUD Y HUMANIDAD



Imagen: Pixabay

Hay una parte espiritual en las personas, que, con frecuencia, no percibimos o valoramos y que no necesariamente tiene que reflejarse en profesar una religión.

Es la parte en la que, sabiéndonos humanos, entendemos al otro y hacemos el esfuerzo por entenderlo. En la que vemos a cualquier ser humano como alguien que está aquí en este universo intentando vivir de la mejor manera posible, aunque a veces no lo consiga o nos parezca equivocado.

Es la parte en la que nos hacemos más y más tolerantes según vamos cumpliendo años y en la que vamos entendiendo cuáles son los verdaderos aspectos a tener en cuenta para tener una vida plena.

Es esa parte en la que damos importancia a valores tan evidentes, como en ocasiones escasos, como son la honestidad, la empatía, la compasión, la bondad, el respeto… valores que todos reconocemos como importantes, pero a los que dedicamos escasa atención, tanto desde un punto de vista individual como colectivo.

Esa espiritualidad nos conecta con la necesidad de olvidar y de perdonar a quien nos ofendió y nos hizo daño, a quien nos trató mal. Es la que, a pesar de nuestros errores, nos dice que no somos los errores cometidos, sino que somos seres que progresamos, avanzamos y que estamos continuamente en evolución.

Esa espiritualidad es la que nos hace ser optimistas, el plantearnos que, ya que estamos vivos, vamos a hacer de nuestra vida algo bueno. No vamos a perder tiempo en fijarnos en lo malo, en quedarnos anclados en lo que podría haber sido y no fue sino que, asumiendo el pasado, nos dirigimos inexorablemente hacia el futuro, a vivir nuestro día a día como lo que es: un regalo. Un regalo en el que la vida nos dice que tenemos muchas oportunidades y en el que nos indica que en este momento tenemos muchas oportunidades: de reír, de serenarnos, de pasarlo bien, de ayudar. De intentar que nuestro paso por este mundo deje una estela de bienestar.

El optimismo forma sin duda parte de esa espiritualidad, que nos ayuda a vivir mejor y a conectar con todos los seres humanos y el resto del universo.

La naturaleza, con su perseverancia para volver a renacer cada primavera después del más duro invierno, nos da un buen ejemplo de gratitud. Copiémosla.

Seamos capaces de renacer y de seguir haciéndolo cada vez que nos hundamos, cada vez que flaqueemos. Miremos a otros seres humanos,  viendo que si ellos han sido capaces de seguir adelante, nosotros también. Porque nada nos iguala de un modo tan perfecto y nos produce tanto bienestar que el sabernos hechos de lo mismo: de humanidad.

www.diazbada.com

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