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La diferencia entre unas y otras personas consiste en los patrones de pensamientos que tienen en su mente y que condicionan su existencia de una manera mucho más concreta que los acontecimientos que sucederán en su vida.
Porque ante cualquier acontecimiento cotidiano, la persona que tiene patrones de pensamiento catastrofista siempre interpretará lo que le ocurra de una manera dramática y nada positiva, mientras que la persona que tiene unos patrones de pensamiento más realistas y positivos, aunque sufra adversidades, tendrá la capacidad de enfrentarse a ellas y, en consecuencia, de crecer interiormente y salir fortalecido. Disfrutará de la vida, porque realmente sabe qué es el dolor, y sufrirá lo justo que se deriva de la adversidad, error o inconveniencia vivida, pero no más.
Ser conscientes de que nuestros pensamientos van a condicionar la manera en que viviremos, será necesario para cambiarlos y vivir con serenidad. Se trata, en esencia, de entender que la vida cambia cuando nosotros cambiamos. No es cuestión de suerte, ni de conjunciones astrales, sino una cuestión de actitud. Cambie su actitud ante una circunstancia que le toca vivir y cambiará todo a su alrededor.
También hay que asumir que siempre que decidimos cambiar encontramos resistencia; no queremos salir de nuestra zona de confort, aunque ésta sea complicada y aunque paralizándonos en dicha zona sigamos machacándonos y perdiendo autoestima.
Atrévase: cuesta al principio, pero es un engranaje mental que en cuanto lo ponemos en marcha, enseguida notamos los beneficios. Reconocer que todo cambio encuentra resistencias, es fundamental para no tirar la toalla a la primera y perseverar.
Los patrones negativos se resisten a cambiar, pero con disciplina mental podremos con ellos, no son invencibles. Y, realmente, podremos llegar a ser lo que queremos ser, si creemos firmemente en ello y luchamos por conseguirlo.