Algunas personas que acuden a mi consulta nunca han contado a nadie nada de lo que les aflige. No se ven capaces de expresar su malestar, ni siquiera a su pareja, a un buen amigo o a alguien también cercano. Tienen miedo de que se les tache de tontos o de locos.
Por eso, es frecuente que, en las primeras sesiones de la terapia, resulte especialmente liberador tener un espacio en el que poder hablar libremente de los miedos, ideas o emociones negativas que generalmente se reprimen y que generan mucho malestar.
Dice Boris Cyrulnik, experto en situaciones traumáticas y de maltrato, que es fundamental aprender a expresar las emociones en lugar de esconderlas. Y que este debería ser un aprendizaje que tendríamos que llevar a cabo desde la infancia.
Aprender a expresar las emociones supone previamente que somos capaces de identificarlas, porque no es infrecuente encontrarse con personas que padecen un malestar general, que describen como una especie de nebulosa en la que viven todos los días, que no saben a qué se debe, sin encontrar un motivo aparente para sentirse mal. Otras personas dicen “no estoy pensando en nada, realmente mi mente no está machacándose con ningún pensamiento, pero me siento fatal…”. Es muy importante saber que siempre tenemos nuestro cerebro en funcionamiento y que los pensamientos fluyen automáticamente; lo que ocurre es que, en ocasiones, lo hacen tan rápida o tan automáticamente que no somos conscientes de ellos.
Para la persona que teme enfrentarse a sus propias ideas y mucho más, decirlas, quizás las propuestas de pararse a pensar en lo que se está pensando, analizar esos pensamientos, por terribles que le parezcan, tomar distancia de ellos y analizarlos bajo el prisma de la realidad, puede parecer algo difícil. Pero les aseguro que constituyen algunas de las herramientas más eficaces para sentirse bien, pues supone analizar y reflexionar sobre qué es lo que esta causando el dolor y por lo tanto supone también el primer paso para poder modificar ese pensamiento.
Aunque internamente nuestra voz negativa nos diga: “No lo digas, vas a hacer el ridículo, te van a criticar“, no haga caso. Atrévase y piense en aquello que le atormenta, analícelo y expréselo. A partir de ahí, se sentirá mejor y se verá más capaz de reflexionar sobre si, verdaderamente, lo que le causa malestar es tan terrible, o puede usted tomar una postura más activa y cambiarlo.
Recuerde lo que decía Montaigne: "La verdadera libertad es poder ejercer el control sobre uno mismo”.