Imagen: LTPV
De todos es sabido que no es necesario poseer grandes cosas materiales. De hecho, hay ejemplos de personas que en un golpe de suerte ganan grandes cantidades de dinero y, sin embargo, al poco tiempo acaban sintiéndose mal y perdiéndolo todo.
La auténtica felicidad empieza por decidir ser responsables de nuestra propia felicidad, es decir, decidir qué actitud tomar ante nuestra vida. Debemos optar más por pensar en lo que tenemos que en nuestras carencias; centrarnos y pensar más en aquello que en el día a día nos hace sentir bien. Tener un pensamiento positivo invariablemente nos hace sentir mejor, ya que dichos pensamientos posibilitan que los neurotransmisores, la noradrenalina, la dopamina y la serotonina, se secreten más y estos neurotransmisores son los responsables de nuestro bienestar.
Ser feliz puede representar un gran esfuerzo. Es como limpiar una casa: hay que cuidar las cosas de valor y echar fuera la basura. Hay que encontrar invariablemente el lado positivo de las cosas y tomar la decisión de dejar de sufrir y propiciar el cambio. De esta manera, la felicidad es, a fin de cuentas, una decisión, la decisión de vivir el presente, de recordar que nuestro tiempo es limitado y que depende de cada uno el sentirse bien.